Y al cuarto día nos lanzamos a la carretera. Alquilamos un Skoda Fabia bastante limitadito de motor en hm rentacar y ale, a tirar millas. Sabíamos que por la noche había que llegar a Split y teníamos en mente pasar por Mostar en Bosnia, desviandonos unos kilómetros de nuestra ruta. Los comentarios que habíamos oído sobre la carretera nos habían puesto un poco en preaviso de que el trazado no es el mejor y de que pasar los 60 km/h de media era imposible. Alguno de los comentarios llegaba incluso a insinuarnos que la medía podía descender a la mitad.
Nosotros empezamos a hacer ruta, una vez más sin desayunar, con la idea de que si veíamos que era factible, nos desviaríamos y haríamos la visita a Mostar. Claro, al no haber desayunado, enseguida empezamos a desfallecer (es que no aprendemos), así que paramos en un supermercado-kiosko en medio de la nada y salimos de allí con dos enormes bocatas de mortadela, agua, yogur líquido, chocolatinas, patatas fritas, etc. Dieta equilibrada. Y que bien sentó todo. Media hora de retraso a añadir al viaje, pero creo que lo ganamos en salud.
La carretera ciertamente no es ideal. Muchas curvas y tráfico. Pero se compensa con unos paisajes espectaculares, que hacen el viaje muy agradable. Además uno no tiene tiempo de aburrise. Entre costas, lagos o el paso por la salida al mar de Bosnia, Neum, el viaje se hace llevadero. Es a la altura de Opuzen donde uno se desvía a Mostar. En la frontera, en Metković, comprobamos que a los españoles con un DNI les vale para pasar a Bosnia. No sé cómo será para el resto de la gente de la UE y tampoco sé si esto tiene algo que ver con los cascos azules españoles que ayudaron por aquí. De todas formas Bosnia y Herzegovina sigue bajo tutela de la UE, con una moneda con paridad al Euro y con muchos rompecabezas aun por resolver encima, así que no me extrañaría que lo del DNI sea común a todos los ciudadanos de países comunitarios.
Cuando uno pasa a Bosnia enseguida nota el cambio y también nota el lío que hay por ahí. Uno ve banderas croatas y niños con camisetas de la selección croata. Uno ve mezquitas y señoras con velo. Uno ve edificios aún en ruinas y casas reventadas. Aún hay huella del conflicto que castigó a esta zona y aún hay división entre su población.
Llegamos a Mostar con la idea de ver el puente Otomano (Stari Most) que fue destruido en la guerra de los Balcanes y reconstruido después, segun dicen con ayuda de los cascos azules españoles, como símbolo del resurgir de la zona. Al aparcar el coche nos vino un gorrilla de la zona. Que si nos hacía de guía, que si él era un buen tipo, que si no tenía para comer, que si su familia murió en la guerra. Con 20 kunas conseguimos que nos dejase tranquilos. Estaba claro que esto no era como en Croacia.
Aparcamos algo lejos del puente, así que hasta que llegamos al mismo pudimos ver un poco el ambiente y la apariencia de la auténtica ciudad. Como ya he comentado, más pobre y bosnio-croatas y bosnios (musulmanes) mezclados puerta a puerta. No me extraña que el día que Turquía eliminó a Croacia en el Euro hubiese problemas aquí.
En el puente había unos chicos que, previa recolecta de limosna, se tiraban al río. Una buena zambullida. Eso sí, hasta que se tiraban se pasaban vacilando a la gente un buen rato. Al menos pude cazar a uno en pleno vuelo. No van de cabeza. De rodillas y en plan cristo. Si me tiro yo caigo de panza, fijo.
Para comer nos tomamos un Ćevapi con ensalada y cervecita con vistas al puente. Pedazo de Ćevapi que nos pusieron, la verdad.
Poco más nos quedamos por Mostar. Volvimos al coche y el guardián del parking intentó, infructuosamente, cobrarnos otra vez. Marcha atrás, primera, y de vuelta a Croacia. La vuelta a la costa, por la zona de Dvrenik, nos reveló uno de los paisajes más bonitos que vimos en el viaje. Las vistas desde la carretera de una costa que en poco espacio sube a cientos de metros y de todas las islas que hay cerca es impresionante. Uno se olvida de curvas, camiones y algún que otro conductor loco croata.
La llegada a Split tranquila. Nos perdimos un poquillo, pero como tuve la prudencia de sacar unos cuantos mapas del Google, conseguimos encontrar en hostel, Appartments Nikolla. Sitio muy bien situado, en 10 minutos andando estabamos en el paseo marítimo, pero muy backpacker. Y la habitación que nos dieron, bueno, parecía un zulo. Menos mal que al día siguiente a Pablo se le ocurrió pedir una más grande que teníamos al lado para tres personas, y nos la dieron. El sitio tiene un mini patio con una barbacoa, que según nos dijeron, tiene buen ambiente entre los huéspedes. Pero la verdad que Pablo y yo poco la utilizamos, porque nos faltó tiempo para salir a descubrir la ciudad.
Y esa noche jugaba Croacia su último partido, con Polonia, con la tranquilidad de estar ya clasificado tras la victoria contra Alemania. A pesar de no jugarse ya nada, la fiesta se montó igual. Se quemó rueda de moto, se encendieron bengalas, se bañaron varios en la bahía y se hizo el mono en general. Bueno, una estupenda excusa para tomarse unas cervecillas y disfrutar del ambiente. Ahí tenéis el video que hice para comprobarlo vosotros mismos.
Mañana de vueltas por Split y los restos de Diocleciano.