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Dí­a 7 sin TV: Lo conseguí­

Bueno, pues ya está, ya pasó la semana sin tele. Visto desde la lejaní­a que puedan dar siete dí­as, que no son muchos, no ha sido difí­cil de conseguir. De hecho el haber tenido a Arancha codo a codo en el reto lo ha hecho aún más sencillo. Quizás habiéndolo hecho solo hubiese sucumbido a la tentación de verme alguna pelí­cula y el capí­tulo de Lost que tengo por ahí­ pendiente.

Ayer tuve la última prueba definitiva. Fue algo así­ como el héroe que llega al olimpo y se enfrenta a los dioses. Me explico, fui al gimnasio y anduve dándole a la bici más de media hora. Delante de la bici hay unas cuatro televisiones. Puse el iPod en marcha para acompañar el ejercicio y bajé la cabeza para no ver ninguna tele. Bueno, pues parece mentira, pero la vista se te va hacia las pantallas. Es involuntario. De vez en cuando me sorprendí­a mirando alguna pantalla. Al final conseguí­ abstraerne, no sin esfuerzo, y no mirarlas más de 10 segundos…

En fin, que alguna conclusión he sacado de esta semana de abstinencia televisiva. Y alguna de ellas es para analizarla bien:

  • Uno de los peligros de la televisión es que hace que asumas los problemas de otros como tuyos. Ya sea viendo una serie o pelí­cula donde el transcurso de la misma te afecta o viendo un programa de cotilleo donde entras en la vida privada de otras personas. Por supuesto que somos conscientes de que lo que sale por la tele no es nuestra vida, pero de alguna manera, lo que vemos en ella deja algo en nuestro subconsciente que afecta a nuestro estado de ánimo y forma de ver las cosas.
  • La tele es el método más fácil de hacer pasar el tiempo cuando estamos cansados y no tenemos ganas de pensar. En cierto modo, la tele piensa un poco por tí­, y el esfuerzo cerebral que hacemos el mucho menor respecto al placer que recibimos viéndola. Leer un libro requiere imaginarnos personajes, voces, lugares, sonidos,… limpiar la cocina solo da el placer de verla limpia al final, escuchar música no tiene componente visual,… Fijaros en un niño viendo unos dibujos animados en la tele. La cara que pone parece de un zombi. Color, movimiento, sonido… todo esta ahí­
  • El amplio abanico de canales hace que nos concentremos menos en una emisión, veamos muchas cosas poco interesantes seguidas y, en resumen, que pasemos más tiempo zappeando delante de la pantalla en busca del programa perfecto. Programa que no encontraremos, pero que seguiremos buscando porque el tener tanta elección nos da la certeza de que debe de estar en algún sitio. Al final lo que pasa es que dormimos menos y nos quedan cosas pendientes por hacer.
  • Hay demasiadas pelí­culas y series para ver. El P2P hace aún más sencillo descargar de Internet todo el contenido que queramos gratis. Si no sabemos controlarnos podemos tener un serio problema de dependencia.
  • No ver la televisión te lleva involuntariamente a hacer más cosas o mejor las que ya hací­as. Conversas más con tu pareja, sobre todo a la hora de cenar, sin un telediario que te interrumpa, lees esa revista a la que te suscribiste y coge polvo por las esquinas, tienes tiempo de ordenar «tus cosas», que van desde los MP3 hasta los papeles del banco o tienes la cocina como una patena todos los dí­as. Y sobre todo, empiezas a echarte más pronto a la cama.
  • En resumen, la televisión es como una especie de droga. Te calma, te transporta a otros lugares, hace que pase el tiempo más rápido, afecta a tus sentimientos… todo eso involuntariamente crea un problema por excesivo consumo y hace difí­cil dejarla.

Y una vez terminada la semana, uno no tiene ganas de lanzarse al mando y ver la tele cinco horas seguidas. En realidad uno tiene ganas de seguir pasando de verla. Es un poco como cuando hacemos dieta, adelgazamos un poco y te ponen delante un plato de fritanga. En realidad echas de menos tu sopa de verduras. Creo que lo que toca hacer ahora es racionalizar su consumo. No puedo negar que soy un aficionado al cine y a las series de TV. Tengo que pensarlo, pero quizás marcarse unas cuotas semanales a respetar serí­a la solución. De momento toca una semanita de vacaciones en Santander, donde espero estar lo suficientemente ocupado como para no tener la cuestión de la tele. Pero prometo pensar en un plan post-vacaciones y aplicarlo a la vuelta.

De todas formas, la experiencia ha sido muy positiva. Y os la recomiendo. Sé que todo el mundo dice que controla lo que ve y que no ve mucho. Pero haced una semana sin ver NADA, a ver qué tal.